domingo, diciembre 31, 2006

Recordando los tiempos de antaño

Escribía García Márquez que la vida no es lo que uno ha vivido sino lo que uno recuerda. La intrínseca querencia humana por recordar adquiere en estas fechas una intensidad que roza lo abrasivo; al morir el año natural reviven en nuestro interior los fantasmas aletargados, las almas de aquellos que realmente se fueron y las de aquellos que por vaivenes del camino se alejaron de nuestro lado. La ritualización occidentalizada del calendario ha propiciado que al menos una vez al año nos sensibilicemos ante la verdad inmutable del paso del tiempo, y seamos capaces por un instante de dejar de pensar exclusivamente en nosotros mismos para pensar también en los demás.

Siempre me he considerado un nostálgico. Me resulta inevitable conmocionarme al echar la vista atrás y sentir la melancólica tristeza que nace del recuerdo de las dichas pérdidas. Es un sentimiento que crece con los años y en proporción a la sensación de soledad que brota de la paulatina muerte del niño que habita en mí. Añoro aquellos tiempos en los que nunca, nunca estaba sólo. Tiempos en los que aún estaba "por hacer", vulnerable e ilusionado, con la mirada limpia y el corazón abierto. Eran otros tiempos, pero aquel niño y todos los niños que lo rodeaban habitan de manera inmortal en mi memoria.

Hoy que se esfuma un año más prescindo de valoraciones individuales o juicios maniqueos en torno a las bondades o maldades que el 2006 me ha deparado. Hoy no voy a darme tanta importancia, es más, intentaré no darme ninguna. Prometo que esta noche seré un niño de nuevo y recibiré a la vida sin altivez y con una sonrisa franca; abrazaré a los míos y brindaré con mis fantasmas, y no habrá dolor, ni pena, ni muerte, ni soledad, ni angustia. Eso haré, y mañana cuando me detenga un segundo para recordar esta noche, puede que entienda que no han transcurrido más que unas horas desde que dejé de ser un niño juguetón y dichoso.

sábado, diciembre 23, 2006

Vértigo que el mundo pare

¿Cómo están todos?, te echo de menos, cómo pasa el tiempo...Ninguna primavera te llevará lo suficiente lejos de mí, lo prometo.

lunes, diciembre 18, 2006

Perfume y Nostalgia, 13-7-05

Saldremos al jardín bajo la lluvia -¡antojos!-,
habrá una gracia nueva por los frescos senderos,
y tú alzarás la frente y cerrarás los ojos
para que el agua mansa te llene de luceros.

El cariño será feliz entre las flores
mojadas, y, en una banco perdido en una senda,
yo te diré al oido madrigales de amores
y tú te dejarás poner la dulce venda...

La lluvia vendrá bien a tu mejilla ardiente,
y cuando todo caiga -nuestro placer y el día-,
tus ojos insondables hundirán en poniente
el encanto sin nombre de su negra poesía.

JRJ

Tus páginas de mar y cielo impregnadas de tu fresco aroma dilatan la mañana, y creo que la cándida luz y las caricias del aire son tu alma que viene a visitarme. Tus páginas son tú, sensibilidad regalada, cúmulo de recuerdos presentísimos hoy y siempre. Marta, ¿realmente se puede morir enamorado? Ahora sé que sí.