Escuchaba esta 'cansión' cansinamente cuando decidí dejar mi casa y marchar a la capital, donde al poco nos encontramos. Aún hoy la sigo escuchando cuando la duda me asfixia y vapulea los pensamientos bonitos y utópicos, la puta paja de la que hablas sin la que no serían concebibles canciones como ésta. El camino está lleno de cruces y voces que nos llaman y es decisión nuestra sortearlas o seguirlas; predecir donde vamos resulta tan angustioso como revelador es recordar cuanto arrastramos. La mutabilidad de nuestros pensamientos, de nuestra propia vida, no debe hacernos olvidar quienes somos ni quienes fueron en nosotros. El resto es vanidad, baladí, la puta paja.