A lo lejos puedo oír el murmullo de los niños, parloteando con sus voces vivarachas que colorean recuerdos de patio de colegio. Las aulas vacías con pupitres sin silla, cuadros verdeazules y holgadas blusas de algodón blanco, los naranjos escorzados, las paredes de ladrillo que esconden con arrullo sonrisas y bostezos. La mañana es clara, ha de serlo. Puedo ver todos esos rostros, alegres, tan distintos y tan iguales. A penas comprenden lo que cantan y posiblemente algunos de ellos nunca lleguen a entenderlo; pero les gusta, con eso basta.
Cádiz, salada claridad; Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva, la orilla
de las Tres Carabelas...
y Sevilla.